En la última nota de la sección de Datos analizamos el perfil productivo de la ciudad de Colón. En esta ocasión vamos a utilizar el análisis de la estructura productiva como oportunidad para presentar en la sección de Caja de herramientas algunos marcos teóricos que explican los fundamentos del desarrollo económico local.
Es fundamental iniciar distinguiendo dos conceptos a menudo utilizados como sinónimos: crecimiento económico y desarrollo económico.
El crecimiento económico se refiere al aumento sostenido de la producción de bienes y servicios en una economía, generalmente medido a través del incremento del Producto Bruto Interno (PBI) o el PBI per cápita. Es una medida cuantitativa del tamaño de la economía.
Por otra parte, desarrollo económico es un concepto más amplio y cualitativo. Implica no solo el crecimiento económico, sino también mejoras estructurales en la economía y la sociedad. Incluye aspectos como la reducción de la pobreza y la desigualdad, la mejora en la calidad de vida (salud, educación), la diversificación productiva, la sostenibilidad ambiental y el fortalecimiento de las instituciones. El desarrollo busca un progreso integral y sostenible para la comunidad.
Para una ciudad como Colón, aspirar al desarrollo económico implica ir más allá del simple aumento de la actividad económica, buscando transformaciones que mejoren el bienestar general de sus habitantes de forma duradera.
Las estrategias para fomentar el desarrollo económico local suelen enmarcarse en dos grandes enfoques. El enfoque tradicional del desarrollo exógeno (o "desde arriba") asume que el desarrollo local depende principalmente de factores externos al territorio. Las estrategias se centran en atraer inversiones foráneas, instalar grandes empresas (efecto "locomotora"), obtener subsidios o transferencias de niveles superiores de gobierno (nacional, provincial) y desarrollar grandes infraestructuras. Se considera que los impulsos principales vienen de fuera del territorio.
En cambio, el desarrollo endógeno (o "desde abajo") es un enfoque surgido como alternativa al anterior, pone el énfasis en la movilización de los recursos y capacidades propias del territorio. Se basa en la idea de que cada localidad posee un potencial de desarrollo latente (recursos naturales, humanos, culturales, institucionales, empresariales) que puede ser activado mediante la iniciativa local, la cooperación entre actores (públicos, privados, sociedad civil) y la creación de un entorno favorable a la innovación y el emprendimiento. Busca un desarrollo más arraigado y autónomo con una participación más activa en la determinación de su senda de desarrollo económico y social.
El auge de las teorías y enfoques centrados en lo local, particularmente el endógeno, está estrechamente vinculado a la crisis de los modelos de desarrollo nacionales predominantes tras la Segunda Guerra Mundial (como el Fordismo-Keynesianismo o la Industrialización por Sustitución de Importaciones). Hacia las décadas de 1970 y 1980, estos modelos centralizados, basados en la gran industria y políticas "desde arriba", mostraron crecientes limitaciones para generar crecimiento sostenido, distribuir equitativamente sus frutos y adaptarse a un escenario global cambiante, marcado por la reestructuración productiva y la intensificación de la competencia.
Frente a la ineficacia de las soluciones nacionales uniformes para abordar las disparidades territoriales y dinamizar economías locales estancadas, el foco comenzó a desplazarse hacia las especificidades de cada territorio. Las teorías del desarrollo local emergieron como una respuesta a esta crisis, revalorizando los recursos internos, la iniciativa de los actores locales, la importancia de las redes de cooperación, la innovación adaptada al contexto y la construcción de una gobernanza capaz de articular un proyecto de desarrollo propio, "desde abajo", como claves para la competitividad y el bienestar en el nuevo paradigma económico.
Antes de los enfoques locales contemporáneos, diversas teorías intentaron explicar la localización de la actividad económica y las disparidades territoriales. Entre ellas destacan:
Teoría de la Localización (Von Thünen, Weber, Christaller, Lösch): Analizaron cómo los costos de transporte, la disponibilidad de recursos y el acceso a los mercados influían en la ubicación óptima de las actividades económicas.
Teoría de los Polos de Crecimiento (Perroux): Sugería que el crecimiento económico no ocurre de manera uniforme, sino que se concentra en ciertos "polos" (generalmente grandes industrias o complejos industriales) que dinamizan su entorno a través de efectos de encadenamiento.
Teorías de Crecimiento Regional Neoclásicas: Postulaban una convergencia natural de los niveles de ingreso entre regiones ricas y pobres debido a la movilidad de factores (capital y trabajo).
Estas teorías, si bien aportaron elementos importantes, a menudo resultaron insuficientes para explicar la persistencia de las desigualdades territoriales y el dinamismo de ciertas localidades pequeñas y medianas.
A partir de las décadas de 1970 y 1980, surgieron nuevos enfoques centrados en las dinámicas internas de los territorios y la importancia de factores socioinstitucionales y la innovación.
Este grupo de teorías se enfocan en las aglomeraciones geográficas de pequeñas y medianas empresas (PyMEs) especializadas en fases específicas de un mismo sector productivo (ej. textil, calzado, cerámica en la "Tercera Italia"). Estas empresas cooperan y compiten simultáneamente, generando economías externas (de aglomeración) y una "atmósfera industrial" propicia para la innovación incremental y la adaptación rápida a los cambios del mercado (especialización flexible).
Para estos enfoques el desarrollo se explica por la división del trabajo entre empresas especializadas, la proximidad geográfica que facilita la difusión de conocimiento tácito y la confianza, la existencia de una cultura local compartida y redes sociales densas que sustentan la cooperación, y la presencia de instituciones locales (asociaciones empresariales, centros de formación) que apoyan al distrito.
Un clúster es una concentración geográfica de empresas interconectadas, proveedores especializados, proveedores de servicios, e instituciones asociadas (universidades, asociaciones) en un campo particular, que compiten pero también cooperan. A diferencia del distrito industrial, puede incluir grandes empresas y se enfoca explícitamente en la competitividad.
Para Michael Porter la concentración geográfica en clústeres impulsa la competitividad y el desarrollo a través de tres vías principales:
Aumento de la productividad: Por el acceso a insumos especializados, información, empleados cualificados y la complementariedad entre empresas.
Estímulo a la innovación: La proximidad facilita la percepción de nuevas necesidades y oportunidades, y la presión competitiva incentiva la mejora continua.
Creación de nuevas empresas: El clúster reduce las barreras de entrada para nuevos emprendimientos relacionados.
Entornos innovadores y sistemas locales de innovación (Aydalot, Camagni, Cooke)
Estos enfoques subrayan el papel central de la innovación como motor del desarrollo territorial. Un "entorno innovador" es un territorio (no necesariamente una aglomeración sectorial) que posee la capacidad colectiva de generar y difundir innovaciones. Esto depende de la interacción entre empresas, instituciones de conocimiento (universidades, centros tecnológicos) y el gobierno local, formando un "Sistema Local de Innovación". Se valora el aprendizaje interactivo y el conocimiento tácito.
Para este enfoque, el impulso del desarrollo se basa en la capacidad del territorio para aprender colectivamente y generar innovaciones (no solo tecnológicas, también organizativas, comerciales, sociales). Esto requiere:
Proximidad (geográfica, organizativa, institucional) que facilite la interacción y la confianza.
Presencia de instituciones que apoyen la I+D, la transferencia de conocimiento y la formación.
Una cultura local abierta a la experimentación y al cambio.
Redes de cooperación entre los diversos actores del sistema.
Esta propuesta sintetiza y amplía los enfoques anteriores, poniendo el acento en la capacidad de la sociedad local para liderar su propio proceso de desarrollo. Se enfatiza la movilización de los recursos endógenos (económicos, humanos, institucionales, culturales) y la construcción de un proyecto de desarrollo compartido. La gobernanza local (la forma en que los actores públicos, privados y sociales interactúan, toman decisiones y coordinan acciones) es clave.
Para este enfoque el desarrollo es un proceso endógeno, social y territorialmente localizado que depende de:
La identificación y valorización del potencial de desarrollo propio del territorio.
La capacidad de los actores locales para organizarse, cooperar y emprender iniciativas.
La construcción de un entorno institucional local favorable (reglas de juego claras, confianza, apoyo público eficiente).
La existencia de una estrategia de desarrollo concertada y liderada localmente (gobernanza).
La inserción inteligente del territorio en redes y mercados externos.
La ciudad de Colón, como muchas otras localidades de la Provincia de Buenos Aires, enfrenta el desafío de definir su senda de desarrollo económico en un contexto complejo que incluye la reestructuración macroeconómica que propone el proyecto pro-mercado vigente a nivel federal, las limitaciones del financiamiento provincial en el contexto de ajuste fiscal y los riesgos cada vez mayores que los efectos del cambio climático tienen sobre las bases biológicas y productivas de la principal fuente de creación de riqueza en la zona.
Las teorías presentadas ofrecen marcos útiles para analizar la realidad local y pensar alternativas:
¿Crecer o Desarrollarse?: Es crucial definir si se busca solo aumentar la actividad económica o lograr mejoras o modificaciones estructurales y de bienestar sostenibles.
¿Mirar Afuera o Adentro?: Si bien la atracción de inversiones externas puede ser relevante, los enfoques endógenos invitan a identificar y potenciar los recursos y capacidades propias de Colón. ¿Cuáles son los activos distintivos de la ciudad y su zona de influencia (agroindustria, turismo, conocimientos específicos, patrimonio cultural, capital social)?
¿Existen embriones de Distritos o Clústeres?: Analizar si hay concentraciones de PyMEs en sectores específicos (ej. agropecuario, metalmecánico, servicios) que podrían beneficiarse de una mayor cooperación, especialización y apoyo institucional focalizado.
¿Cómo Fomentar la Innovación?: Evaluar la capacidad innovadora local. ¿Existen vínculos entre las empresas, las escuelas técnicas, la educación superior y el gobierno local? ¿Se pueden crear o fortalecer espacios para el aprendizaje interactivo y la adopción de nuevas tecnologías o prácticas?
¿Quién Lidera el Desarrollo?: La perspectiva del desarrollo endógeno y la gobernanza resalta la importancia de la articulación entre el municipio, las empresas, las organizaciones de la sociedad civil y otros actores relevantes. ¿Existe un espacio de diálogo y concertación para definir una visión compartida y estrategias de desarrollo para Colón?
Estas teorías no ofrecen recetas únicas, sino herramientas conceptuales para diagnosticar la situación, identificar potencialidades y diseñar estrategias de desarrollo adaptadas a las particularidades y aspiraciones de la comunidad de Colón. La aplicación exitosa dependerá de la capacidad de los actores locales para comprender su realidad, movilizar sus recursos y construir colectivamente un futuro compartido deseado.